Angelyn Burk y su marido Richard tienen 53 años y desde que se jubilaron viven en cruceros por unos 44 dólares la noche cada uno.
Un día, decidieron analizar en detalle su economía y cayeron en la cuenta de que viajar y vivir en cruceros, era más barato que vivir en una casa.
Desde hace ya casi 2 años, ambos se dedican a viajar y no tienen intención de volver a vivir en tierra.
Fue en 1992, en su primer crucero, cuando Angelyn supo que viajar en cruceros sería una parte importante de su vida en el futuro: “Nuestro plan original era quedarnos en diferentes países durante un mes cada vez y, con el tiempo, retirarnos a los cruceros a medida que envejeciéramos.”
Ahora, ya jubilados, Angelyn ha analizado la economía de la pareja y se ha dado cuenta de que podrían empezar su aventura más pronto que tarde: “Nos encanta viajar y buscábamos una forma de viajar continuamente una vez que nos hubiéramos jubilado y que, al mismo tiempo, tuviera sentido desde el punto de vista financiero”.
Tras examinar detenidamente las distintas ofertas de fidelidad de las empresas de cruceros, la pareja se dio cuenta de que, con el precio potencial de venta de su casa, su sueño podía ser posible.
Es decir, ya no pagan hipoteca y viven viajando. Además, la pareja no tiene que pagar la comida: “Llevamos toda la vida ahorrando e invirtiendo para conseguir nuestro objetivo. No priorizamos las cosas materiales, sino las experiencias”.
Haciendo cuentas.
En efecto, dado que la pareja paga una media de 88 dólares por noche para vivir en un crucero, el gasto total a fin de año, es de unos 32.120 dólares.
Teniendo en cuenta que el precio medio de una casa en Seattle (Washington) es de 958.027 dólares, la hipoteca que tendrían que pagar sería de 50.000 dólares al año.
Según Angelyn, el estilo de vida de la pareja les permite vivir sin estrés: “viajamos tranquilos, sin el trastorno de reservar hoteles, restaurantes y transportes, ajustándonos a nuestro presupuesto”.
Los dos jubilados viajan muy ligeros, con sólo dos maletas. Cuando necesitan algo, lo compran en el barco o en el siguiente puerto.
Angelyn dice que este modo de vida es posible, siempre y cuando las personas se ajusten al presupuesto. Es decir, ¡no son vacaciones! Y no pueden permitirse gastos inútiles e innecesarios.
Ellos tienen en cada barco lo que necesitan y, además, lo que serían las tareas de la casa, las hacen otras personas. Comida, limpieza, lavado… cuando tienen que esperar unos días entre crucero y crucero, se quedan en casas de amigos o visitan a alguno de sus hijos; pero, tratan de combinar las fechas para que, cuando llegan a un puerto con un crucero, ya esté todo listo para seguir con el siguiente.
La historia de Angelyn y Richard puede ser inspiradora para muchas personas, aunque hay otras que creen que después de un tiempo, ya preferirían vivir en una casa.
¿Crees que podrías vivir en un crucero eternamente?